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El proyecto se configura mediante dos edificios ordenados de forma simétrica de siete plantas más ático resueltos con una volumetría de gran plasticidad gracias a la introducción de paños curvos de fábrica de ladrillos en las fachadas laterales, que introducen una fuerte vibración que lo caracteriza respecto al entorno, en el que predomina una cierta rigidez volumétrica en todas las edificaciones, quizás consecuencia de las determinaciones del planeamiento que ordena estos terrenos.
En su fachada delantera a sur, correspondiente al frente marítimo, la arquitectura se inclina desplegando un volumen perforado en el que se abren huecos horizontales, ventanas y terrazas al mar, dispuestos en un damero cuya envolvente se resuelve con una fachada ventilada con hoja exterior de plaquetas de porcelánico.
En combinación con el ladrillo cara vista, los paramentos de antepechos y los macizos de las franjas de huecos se enfoscan en color terracota, y se disponen carpinterías de aluminio anodizado del mismo color. En la coronación de las fachadas se retoma el uso de elementos curvados proporcionando a la envolvente un aspecto elegante y ligero con resonancias náuticas.
